lunes, 14 de diciembre de 2009

AT SEVENTEEN, Janis Ian




Después de escucharla como cuatro veces segui­das, me puse a mirar a la gente. Supongo que estar en una biblioteca un viernes a las ocho de la tarde es una mala señal, ¿no? Hay que salir para no ser un solita­rio, para no ser una tía rara o como de esa otra can­ción de mis padres, «I lerned the trurh at seventeen». Es superdepre. La del eclipse total, es triste, pero la música tiene bastante potencia, y esa mezcla la salva. En cambio esta que te digo es blanda: na ni, na ni, na nininí..., sin electricidad, sin batería, sin rabia. Habla de chicas feas que se quedan desesperadamente en su casa, inventando amantes en el teléfono que las lla­man para ir a bailar y murmuran vagas obscenidades. Dice que no todo es lo que parece a los diecisiete.


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AT SEVENTEEN

I learned the truth at seventeen
That love was meant for beauty queens
And high school girls with clear skinned smiles
Who married young and then retired
The valentines I never knew
The Friday night charades of youth
Were spent on one more beautiful
At seventeen I learned the truth
And those of us with ravaged faces
Lacking in the social graces
Desperately remained at home
Inventing lovers on the phone
Who called to say, "come dance with me"
And murmur vague obscenitiesIt isn’t all it seems at seventeen
A brown eyed girl in hand-me-downs
Whose name I never could pronounce said
Pity, please, the ones who serve
They only get what they deserve
The rich-relationed home-town queen
Marries into what she needs
With a guarantee of company and haven for the elderly
Remember those who win the game
Lose the love they sought to gain
In debentures of quality
And dubious integrity
Their small town eyes will gape at you in
Dull surprise when payment due
Exceeds accounts received at seventeen
To those of us who knew the pain
Of valentines that never came
And those whose names were never called
When choosing sides for basketball
It was long ago and far away
The world was younger than today
And dreams were all they gave for free
To ugly duckling girls like me
We all play the game and when we dare
To cheat ourselves at solitaire
Inventing lovers on the phone
Repenting other lives unknown
That call and say, "come dance with me
"And murmur vague obscenities
At ugly girls like me, at seventeen

A LOS DIECISIETE


Supe la verdad cuando tenía diecisiete años.
Que el amor era para las reinas de la belleza,y
para las chicas de instituto con sonrisas perfectas
que se casan jóvenes y luego se retiran.
Los días de San Valentín que nunca conocí,
la farsa de las noches de viernes de la juventud que
fue llevada a cabo por chicas más guapas.
A los diecisiete aprendí la verdad.
Y todas aquellas de nosotras, con nuestra cara marcada,
fuera de los círculos sociales de moda,
acabábamos desesperadas en casa,
inventando amantes con los que hablar por teléfono,
que llamaban para decirnos: "ven, baila conmigo",
y murmurándonos pequeñas obscenidades.
No es así como pasaba a los diecisiete.
Una chica de ojos marrones
cuyo nombre nunca supe pronunciar me dijo:
"siento pena por aquellos que ceden.
Lo único que consiguen es lo que merecen
"La reina de la belleza de la ciudad,
se casa con la persona que necesita,
con la garantía de tener compañía y refugio cuando se haga mayor.
Recuerda a aquellos que ganan el juego.
Pierden el amor que buscaron con devoción.
Con la obiligación de encontrar algo verdadero,
de dudosa integridad,
su ojos de chica de pueblo se quedarán fijos en ti,
sorprendidos cuando ven que el precio
excede la cantidad que ganaron cuando tenían diecisiete años.
Para todas aquellas de nosotras que conocimos el dolor,
de no haber tenído días de San Valentín.
Aquellas cuyos nombres nunca fueron nombrados
cuando se escogía a chicas para formar equipo de baloncesto.
Fue hace mucho tiempo, y lejos de aquí.
El mundo era más jóven que hoy,
y los sueños eran gratis para
los "patitos feos" como yo.
Todos jugamos el juego, y nos atrevemos
a hacer trampas a nosotras mismas en solitario.
Inventando amantes con los que hablar por teléfono,
arrepintiéndonos de otras vidas desconocidas.
Nos llamaban y nos decían "ven, baila conmigo".
Y nos murmuraban pequeñas obscenidades.
A chicas feas como yo, a los diecisiete años.

jueves, 10 de diciembre de 2009

TOTAL ECLIPSE OF HEART, Bonnie Tyler

En cambio, estos dos tipos a quienes no he visto en mi vida, que nunca me han abrazado ni me han puesto la mano en la nuca ni han hecho que me parta de risa, pues esos tipos, mientras cantaban dentro de la pantalla de YouTube, sí era como si hubiesen pasado el aire de una orilla a nado y estuvieran en todas partes, también conmigo. No por la pantalla, porque les viese, sino porque les esta­ba oyendo. Y hasta hubo unos segundos en que los dos me trajeron al padre de Vera. Entrar en una can­ción tiene que ser como la electricidad: en vez de un sitio, algo que te atraviesa y, mientras lo hace, la atracción hacia unas cosas y la repulsión hacia otras se vuelve muy potente. Tanto que tienes la impresión de estar siendo abducida y ahí estás tú, fuera de órbi­ta, en un sistema planetario nuevo donde importa lo que vibras, deseas, blasfemas y sueñas mientras vives esa maldita canción.


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http://www.youtube.com/watch?v=DxExjSY4vVE

[MORIR ES RETIRARSE...], Jaime Sabines



A lo mejor estaban un poco muertos, como el pa­dre de Vera. Aunque eso sólo sería si el cura del fu­neral y su poema tuvieran razón: morir es retirarse, hacerse a un lado, / ocultarse un momento, estarse quieto, / pasar el aire de una orilla a nado / y estar en todas partes en secreto. Pero morir no es eso, ya me gustaría. Yo creo que el padre de Vera no estaba con­migo en la biblioteca. Vale, lo que yo me acuerde de él sí que estaba. Lo que me enseñó, todas esas histo­rias. Pero él no estaba. A lo mejor estaban un poco muertos, como el pa­dre de Vera. Aunque eso sólo sería si el cura del fu­neral y su poema tuvieran razón: morir es retirarse, hacerse a un lado, / ocultarse un momento, estarse quieto, / pasar el aire de una orilla a nado / y estar en todas partes en secreto. Pero morir no es eso, ya me gustaría. Yo creo que el padre de Vera no estaba con­migo en la biblioteca. Vale, lo que yo me acuerde de él sí que estaba. Lo que me enseñó, todas esas histo­rias. Pero él no estaba.




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jueves, 3 de diciembre de 2009

TOTAL ECLIPSE OF HEART, Bonnie Tyler




Como hacía tiempo que había dicho en mi casa que el viernes salía, pues sí que salí. Me fui a la bi­blioteca municipal, a la zona de internet. Cada orde­nador tiene sus auriculares ahí. Yo me puse los míos y busqué en YouTube a la cantante ronca de la que se había enamorado el padre de Vera en su adolescencia. Se llama Bonnie Tyler. Qué cosas, la cantante sigue viva, pero el padre de mi amigo, que tenía diecisiete años cuando Bonnie tenía veintiséis, está muerto. Hay un vídeo en YouTube. Bueno, hay la tira, pero había uno de 2002, o sea, que Bonnie ahí tiene cin­cuenta y un años, es ya mayor de lo que nunca será el padre de Vera. Está en Noruega, en lo que parece un programa de televisión con un grupo noruego. Y ha­blan un poco. El cantante de! grupo de rock dice que él oyó mucho a Bonnie Tyler, y ella le interrumpe di­ciendo: when you where a little boy, cuando eras un crío, y todos ríen. Ella ahí debe de tener unos quince o quizá veinte años más que ese cantante. Tiene una melena rubia pero no trata de aparentar ser más jo­ven, parece eso, un señora de cincuenta años que vis­te con pantalones de cuero y lleva la melena teñida. Tiene algunas arrugas y no está delgada.
El caso es que empiezan a cantar los dos juntos esa canción, «Total eclipse of the heart», la que yo le canté al padre de Vera: And I need you now tonight, and I need you more than ever... Ahora se ha puesto de moda que los cantantes hagan giras juntos, y se mez­clen y canten unos las canciones de otros, pero a mí casi siempre me suena a falso, a lo amiguetes que son y todo eso. En el vídeo que te digo no pasa, supongo que porque no deja de ser una situación absurda: esa can­tante, que ya es una señora, en Noruega, con un tipo mucho más joven, hablando en noruego sin subtítulos o en un inglés ronco y desgarrado aunque esté hacien­do bromas; luego el noruego se irá a su casa y ella a su hotel, no es una gira que vayan a repetir por varias ciu­dades siempre presumiendo de lo amigos que son. Y la canción, bueno, es bastante cursi: eclipse total del cora­zón, imagínate. Pero a pesar de todo no es blanda. En parte por la música, en parte por la voz rota de Bonnie Tyler, y también por la del noruego, que no es u.n can­tante pop ni un cantautor susurrante: tiene pinta de rockero nórdico. Los rockeros nórdicos parecen distin­tos. No puede ser lo mismo hacer rock en Estados Unidos que hacerlo en Noruega o en Finlandia; mien­tras suena la guitarra eléctrica y el bajo, por la ventana ves pasar a la gente con botas de esquiar o como sea que anden cuando la nieve cubre medio metro, pero no es sólo el frío: es estar allí arriba. A veces ves a al­guien y sabes que lleva dentro un punk-rocker escandi­navo, encallado en esas penínsulas cerca de ningún si­tio, que intenta seguir tocando con fuerza y dignidad.
Bueno, pues la señora mayor que mi madre y el rockero nórdico se ponen a cantar, juntos, y yo sé que ellos sí tienen música. Si alguien me hubiera visto en la biblioteca, se habría quedado pálido. Sola, con un libro de texto abierto para disimular, los auriculares puestos y esas lágrimas que sólo te ponen los ojos bri­llantes, pero supercontenta. Luego dejé de mirar el vídeo, me limitaba a oírles: estaban juntos, ¿sabes?, en ese momento, sin rollos de amor ni rollos melodra­máticos de scouts y que no nos separemos. Algunos dicen que la música es un sitio, pero yo creo que no es sólo eso: me refiero a que, por ejemplo, el estudio de televisión en donde estaban sí que era un sitio, pero no pasaba nada especial mientras hablaban. Pue­de que estuvieran a gusto, y eso transmite simpatía, y punto. En cambio, cuando entraron en la canción ya no estaban sólo en el estudio, y no se habían ido a otra parte.

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